Publicada el 30 Nov, 2023
“¿Quién fui? ¿Qué fui? ¿Qué fuimos?”, Pablo Neruda,
El niño perdido (fragmento)
En todo el mundo, los rituales de transición de la niñez a la adultez se experimentan de diversas formas, variando tanto en la manera en que son vividos como en las variables etnocéntricas que los rodean. Es decir, lo que constituye motivo de celebración para una comunidad podría ser interpretado como una ignominia o un tabú por otra.
Por ejemplo, las peleas a puño limpio en la tribu Venda de Tshifudi, Sudáfrica, celebran la madurez y canalizan la energía masculina, además de mantener a raya los brotes de violencia en la colectividad.
En la cultura masái de Kenia y Tanzania, se sacrifican vacunos que sirven para embadurnar al iniciado con las entrañas de los animales, un rito que simboliza sabiduría y protección en su viaje hacia la edad adulta. «Si puedes soportar que un familiar te arroje tripas, serás capaz de soportar cualquier cosa».
A su vez, las circuncisiones públicas representan la transformación, el cambio, una etapa de la vida que dice adiós. «Hasta ahora era el niño de su madre; desde ahora es el hijo de su padre», declara un integrante de los Bukusu en el condado de Bungoma.
Shirampari: Herencias del río (2023) es un cortometraje intimista que retrata la celebración de este tránsito hacia la adultez. En sus 15 minutos de extensión nos sumerge en una de las zonas más remotas de la Amazonia peruana para seguir el ritual de paso que atravesará un niño ashéninka junto a su padre y otros integrantes de la Comunidad Nativa de Dulce Gloria (Ucayali), reconocida por su larga historia de lucha por la conservación de los bosques y de los recursos que el Yurúa provee, el río más sinuoso en la cuenca del Amazonas.
Pero, ¿en qué consiste este rito? Capturar un bagre gigante y robusto, conocido como el cunchimama, mediante una práctica antigua de pesca en la que solo se utiliza un palo, un anzuelo y una cuerda. En un río que, como advierte su padre, oculta a caimanes y rayas. Si logra llevar a cabo esta hazaña, el gesto consagrará al pequeño pescador como un adulto frente a sus pares y lo dotará de la experiencia vital necesaria para convertirse en el proveedor de una futura familia. “Todavía tienes tanto que aprender… Porque si no te enseño ahora, el día que yo no esté aquí nadie va a enseñarte todo esto […]», sentencia el padre.
El metraje, financiado en parte por National Geographic Society, y dirigido por la peruana Lucía Flores y producido por el español Chemi Pérez, fue seleccionado entre más de 10.000 producciones para presentarse en el prestigioso Festival de Sundance de este año, además de una decena de certámenes internacionales. Mérito nada menor para una realización hablada en su totalidad en idioma ashéninka, y que, dada una sutil ejecución, plasma los ecos de la selva amazónica al compás de una danza que se da entre un niño y la naturaleza. Todo esto, mientras se nos enrostra una pregunta que toma forma en las palabras del abuelo de la familia: «¿Recuerdas cuando eras niño?».